Chavín de Huantar es un sitio arqueológico o monumento arqueológico, ubicado en el distrito de Chavín de Huántar, provincia de Huari, departamento de Ancash, en el Perú. Está a 462 km al noreste de Lima. El lugar tiene una elevación de 3.177 msnm, en la Sierra Oriental de Áncash al este de la Cordillera Blanca. La ubicación de la ciudad en la confluencia de los ríos Huacheksa y Mosna, en la cuenca alta del río Marañón, punto de paso desde la costa hacia la selva, lo que le propició una localización ideal para la recolección y tránsito de de bienes1.
Fue el centro administrativo y religioso de la cultura chavín, construido y ocupado aproximadamente entre los años 1500 y 300 a.C. (Formativo Andino). Sus estructuras, de forma de pirámide trunca, están construidas a base de piedra y argamasa de barro. La estructura más imponente es la conocida como “El Castillo”, llamado también “Templo Mayor” o “Templo Nuevo”. Es una muestra sobresaliente del arte de construir de los antiguos peruanos por el alto grado de perfección alcanzado en materia de ingeniería, en el tallado y pulido de las piedras y en la litoescultura asociada a su arquitectura. A pesar de no ser el sitio arqueológico más antiguo, ni el más grande, ni el más vistoso del Perú antiguo, a Chavín de Huántar se le considera como el más importante centro de peregrinación del mundo andino, así como uno de los testimonios más tempranos de la civilización en América.
La construcción presenta una compleja red de caminos y galerías interiores de piedra únicamente iluminados por haces de luz que penetran a través de ductos estratégicamente dispuestos. En su interior aún puede apreciarse elLanzón monolítico, piedra tallada de 4,54 m. de altura en la que se observa representada una divinidad antropomorfa, posiblemente la más importante del panteón chavín. En los muros del templo principal se podía ver una serie de cabezas clavas, bultos escultóricos que oficiaban al parecer de guardianes mitológicos del templo; actualmente solo una de ellas permanece en su sitio original.
Centro de culto
Se cree que Chavín fue levantado en un lugar cuidadosamente elegido en atención a criterios mágico-religiosos y no en consideración a que fuera un lugar privilegiado por sus suelos, debido a que existen valles cercanos más productivos, aún considerando el aprovechamiento de sus laderas de secano cultivadas mediante terrazas.
Es significativo que siglos después, el Cusco, centro del Incario, fuera elevado también en un tinco o confluencia de dos riachuelos de escasa productividad, lo cual abona a favor de la teoría de que Chavín haya tenido similar origen.
Divinidad
Los chavines representaron a sus dioses en grandes monolitos. Los más conocidos son el lanzón monolítico, la Estela Raimondi, la Estela de Yauya y el Obelisco Tello. Cada uno de ellos es un wanka, que en quechua significa piedra de poder y tienen un carácter eminentemente sagrado. Según una interpretación, el monolito o wanka chavín reúne los tres elementos de la trilogíacosmogónica de Chavín: águila, serpiente y felino, (aire, agua y tierra) es decir, deidades represivas que sirven como centinelas y ahuyentan el mal. Así, aire, agua y tierra confirman una armonía permanente con el Cosmos que se trasluce en todo el legado de Chavín.
El wanca más conocido es el emblemático Lanzón monolítico de unos cinco metros de altura. Es una figura antropomorfa con una cabeza tres veces más grande que su cuerpo, de la que brotan serpientes a manera de cabellera. Luce encima una especie de tiara. El resto del cuerpo es corto y grueso. Además, está provisto de enormes colmillos, garras en manos y pies, así como grandes orejeras. Tiene su mano izquierda hacia abajo y la derecha en alto con los dedos extendidos. Tradicionalmente, a esta imagen se le ha identificado como un dios felino (jaguar). Por su ubicación, al interior de las galerías subterráneas del templo, representaría una divinidad relacionada con el Uku Pacha (mundo subterráneo).
Comparando con otras iconografías contemporáneas y posteriores, Federico Kauffman Doig sostiene que la divinidad representada en los monolitos de Chavín es básicamente un ser híbrido: mitad hombre con boca atigrada y mitad ave de rapiña, al cual ha denominado piscoruna-pumapasim (quechua: hombre-ave con boca atigrada). Esta deidad estaría relacionada con el culto al agua y la fertilidad, de tanta importancia en las civilizaciones agrícolas del Perú antiguo.
Un gran enigma son los innumerables acueductos y caídas de agua que existían en el lugar, creando mediante un sistema de compuertas, un efecto acústico que se asemejaba al rugido de un felino. Petro-León sostenía que se trataba de un mecanismo de generación acústica similar al mantra, con la finalidad de inducir diferentes estados de la mente, tal vez estimulados con la ingestión de derivados del cactus San Pedro (Trichocereus Pachanoii) que contiene mescalina (Feniletilamina = C8H11N), muy abundante en la zona.